Si eres de las que piensan que estar morena es estar guapa y todos los días te calcinas como un lagarto al sol, debes saber que tu piel y tu salud están corriendo un grave riesgo. Y es que en la sociedad en la que vivimos la presión social por la estética es muy alta. Estar moreno es una moda peligrosa, algo que es ignorado por muchas personas. Cada vez es más frecuente usar cabinas de rayos UVA para broncearse, o exponerse sin protección a los rayos del sol en pleno verano. ¿Es posible lograr un bronceado saludable?

Los dermatólogos alertan sobre estas malas prácticas y explican que la piel bronceada es realmente una defensa de nuestro organismo ante la radiación ultravioleta que estimula a los melanocitos, las células que producen la melanina y que nos protegen naturalmente contra los rayos solares.

En dos palabras, el bronceado es realmente el resultado de una agresión a nuestra piel que nuestro cuerpo afronta. Si esta agresión no es tan grave, la piel toma un color enrojecido inicialmente, que luego se torna dorado con el paso de los días. Pero la mayor parte de las veces la piel recibe un daño mayor que suele acompañarse de inflamación y descamación (piel pelada).

El daño se graba en tu piel

Solo en España, cada año se diagnostican 3.200 casos nuevos de cáncer de piel. Este riesgo es mayor en las mujeres que en los hombres. Una evaluación precoz posibilita que el 95 por ciento reciba tratamiento a tiempo y logre la curación.
Lo que las personas no saben es que las quemaduras por el sol son irreversibles. Una vez que la piel se daña por los rayos solares no es posible repararla. La crema protectora debe usarse antes porque no sirve después de la exposición.
En el caso de las cabinas de bronceado, la situación es aún más perjudicial. Estas máquinas emiten rayos ultravioleta A por lo que producen envejecimiento y cáncer de piel. Los menores de 18 años no deben usarlas pues implica una decisión con severas consecuencias para la salud.

Una opción no perjudicial

Pero si no puedes vivir sin tu bronceado, existe una alternativa no perjudicial, a excepción de que tengas alergia a los productos. Es cierto que no ofrecen una tonalidad muy natural a la piel pero al menos podrás mostrarte menos color apio. Se trata del uso de los autobronceadores que tienen como principio activo a la dihidroxiacetona, una especia de tinte temporal. Estos colorean la capa más superficial de la piel pero no protegen de la radiación ultravioleta. Lo que significa que debes alternar su uso con cremas que posean factor de protección solar. Además toma una serie de importantes recomendaciones cuando te expongas al sol.

Otra forma de tomar un color bronceado no dañino es a través de la alimentación saludable. Porque aquello que comemos se refleja en cómo nos vemos. Además de proveernos de los nutrientes necesarios para nuestro bienestar, algunos alimentos ayudan a obtener un tono de piel agradable. Por ejemplo, el betacaroteno que contienen las zanahorias, las espinacas y los pimientos, así como vegetales de color rojo, naranja, amarillo o verde oscuro, se transforma en vitamina A y estimula la producción de melanina del cuerpo. De igual forma, comer ajo, manzanas, melón y tomates permite fijar el color bronceado de la piel por más tiempo.

Otra forma de consentir a nuestra piel para vernos y sentirnos bien durante las vacaciones es consumir alimentos ricos en vitamina C, como los cítricos, que producen el colágeno que evita el deterioro y envejecimiento de la piel. Pero una buena hidratación en verano es fundamental dadas las altas temperaturas a las que nos vemos sometidos durante todo el día, pero también por la pérdida de líquidos durante la exposición a los rayos solares. Una piel hidratada tanto por dentro como por fuera resaltará nuestro bronceado. De ahí la necesidad de beber mucha agua, usar cremas hidratantes, exponerse al sol de forma gradual y evitar las horas de mayor incidencia de los rayos UV.

¿Cómo seleccionar las cremas de protección solar más adecuadas?

Seguramente has escuchado hablar del índice de factor de protección de las cremas solares, una métrica que determinan los laboratorios usando una cantidad determinada de crema por centímetro cuadrado. La recomendación es emplear cremas con un factor de protección alto. La razón está en que las personas se aplican una cantidad menor de crema de la que usa el laboratorio para determinar el factor de protección. Por ello, el factor de protección no es el que indica el envase del producto. Por ejemplo, si dice que tiene un protección de 50, en verdad solo es de un 25 porque aplicamos una menor cantidad de crema de protección solar.

Otros factores que pueden afectar la eficacia de las cremas de fotoprotección son las condiciones de temperatura y humedad. En el laboratorio están muy controladas pero nosotros las usamos cuando sudamos, o en lugares en los que el producto está expuesto a muy altas temperaturas como la playa.

La función de las cremas de protección solar es ayudar a la defensa de la piel mientras realizamos actividades al aire libre, nos ejercitamos o practicamos algún deporte. De esta forma, disminuimos el daño por la radiación ultravioleta solar. Para un mayor efecto positivo de las cremas de fotoprotección, se aconseja su uso siempre media hora antes de la exposición al sol para que esta se absorba debidamente. También es importante protegerse con ropa o ponerse a la sombra la mayor parte de la jornada, sobre todo cuando el sol está más alto.

Nosotras no olvidaremos nuestra crema de protección solar al salir de paseo ni en nuestros ratitos al aire libre en la terraza de la Residencia Sagrado Corazón de Sevilla. Ya ves que es posible disfrutar de unas vacaciones inolvidables y lucir un bronceado saludable, siguiendo estas y otras recomendaciones sobre cómo cuidarte de verdad estas vacaciones.